martes, 21 de enero de 2014

"Los ángeles ¿verdad o mentira?". Capítulo 3. Los falsos ángeles de la Nueva Era. (cont)

Emanación.

Decían los sabios antiguos -y no se borró del todo con el cristianismo- que la emanación cósmica de la divinidad debía ser eterna, y por lo mismo dar origen a una multitud infinita de mundos. Lo que más inmediatamente hacen ellos emanar de Dios, es el éter, estableciendo después una serie de emanaciones, porque decían que el aire emanó del éter, el fuego del aire, el agua del fuego y la tierra del agua. Que el alma emana porque es una parte del mismo Brahama, no de los elementos del emanatismo es la suposición de que la materia es etérea, casi universal.

En las filosofías no cristianas, vemos la de Egipto, no sólo hay emanación de la criatura desde Dios, sino que el mismo Dios procede por cierta emanación desde toda la eternidad.

La filosofía griega se desentendió de la mitología, pero no abandonó, tristemente, la concepción emanatista. Toda la tradición brahamánica concuerda en creer en una sustancia última diferenciada, de la cual emana el universo. Para ellos, el universo es tan eterno como Dios, de quien emana. Toca al filósofo Plotino sostener en occidente el emanatismo. Indudablemente que el emanatismo desemboca, entre otros errores, al panteísmo.


Argumentos en contra.

Refutación: así que, según la Nueva Era, los seres y las cosas surgieron de Dios o de la sustancia divina por emanación y no por creación.

Sólo por influencia diabólica puede el hombre creer esos errores de la Nueva Era, pues este error aparece entre pueblos de mentalidad inferior, y es un absurdo que, dos mil años después que el cristianismo ha traído al hombre no sólo ciencia divina, sino también la profana, demostrando la Iglesia que es Madre y Maestra, como acertadamente la califica el papa Juan XXIII, pretenda entronizarlos de nuevo. ¡Que el hombre pierda la religión y la ciencia para caer en una superstición y en el error científico!

Probamos: Dios creó al mundo de la nada.

Sagrada Escritura. "En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra" (Gn I-1) "Los cielos proclaman la gloria de Dios y la obra de sus manos la anuncian el firmamento" (Salmo 18-1), "El Señor ha creado todas las cosas y Él dio sabiduría a los justos" (Eclesiástico 43-37). Así podríamos citar un sinnúmero de textos en que únicamente aparece la palabra "creación" pero nunca aparece ni siquiera la sombra de emanación.

¿Y qué dice la Tradición Apostólica al respecto? "Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra" (símbolo de los Apóstoles), y lo mismo en el símbolo niceno-constantinopolitano. "Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, de todas las cosas visibles e invisibles".

He aquí la expresión del mismo dogma según el Magisterio Eclesiástico "Creemos en un solo Dios ... Creador de todas las cosas visibles e invisibles, y las invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud, desde el principio del tiempo, creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir: angélica y mundana y después la humana, compuesta de espíritu y cuerpo" (Concilio de Letrán IV). "Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales han sido producidas por Dios de la nada según toda su sustancia, sea anatema" (Concilio Vaticano 1).

Aun prescindiendo de luz de la fe y concentrándonos sólo en la pura razón, tendremos que sostener la creación y rechazar por falsa a la emanación.

La emanación no tiene el menor fundamento científico ni filosófico, mientras que la creación sí. ¿No concluimos, acaso, la existencia de Dios mediante razonamientos naturales, al comprobar la existencia de un Ser Supremo por todo lo que nuestros sentidos perciben? Pues si llegamos por las criaturas al Creador, es que hubo creación.

El ser por esencia no puede ser más que Uno, acto puro, sin mezcla alguna de potencia pasiva, absolutamente inmutable, infinitamente espiritual. Luego todo lo demás que existe ha de ser por participación de este único Ser; y esta participación sólo cabe en razón de una causa eficiente y ejemplar, de ningún modo en razón de causa material o formal, puesto que el ser por esencia es única y absolutamente inmaterial e inmutable. Luego todo lo demás ha de ser, en cuanto a todo ser, hecho o causado por Él y total o parcialmente hecho o causado por Él de la nada (P.Valbuena O.P.).

Nos place ahora cerrar con broche de oro esta refutación con este texto escriturístico que, además de tener una lógica contundente, tiene la autoridad del Espíritu Santo: "Necios, en efecto, ingénitamente son todos los hombres en quienes se halló el desconocimiento de Dios, y que, arrancando de los bienes visibles no fueron capaces de conocer al qué es, ni por la consideración de las obras vinieron al conocimiento del artífice ... Pues si tanto lograron saber, que acertaron a conocer el universo, ¿cómo al Señor de todo esto no pudieron con mayor facilidad encontrarle?" (Sb. 13 -1, 9).


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Reencarnación.

La reencarnación consiste, según ellos, en que el espíritu abandona el cuerpo para reencarnar en otro cuerpo, y así va, tras nuevas encarnaciones sucesivas, hasta que, perfectamente "purificado" puede entrar al "Nirvana", especie de reposo absoluto donde pierde su conciencia individual.

¿Qué pruebas presenta el teosofismo para demostrar la reencarnación?

La muerte es un hecho indiscutible que no necesita demostración, pues la vemos en todo tiempo y lugar. ¿Cuántas personas conocimos y ya no están con nosotros?

"Dios hizo al hombre inmortal, mas por el pecado decretó Dios la muerte, y así como el pecado trasciende a la descendencia del primer pecador Adán, así trasciende la muerte a todo hijo de Adán. ¡De todos los árboles del Paraíso pueden comer, pero del Árbol de la Ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comiéreis, ciertamente morirás" (Gn 2-17).

Causa secundaria, próxima y natural de la muerte" puede ser un accidente o enfermedad que arrebata la vida; o bien la ancianidad; el cuerpo, no enfermó, pero sí cansado de su prolongada existencia, deja de vivir.

La causa material de la muerte es la corruptibilidad intrínseca del cuerpo humano. La causa formal es la separación del alma del cuerpo.

Efecto de la muerte en relación con el cuerpo, es su destrucción y descomposición paulatina hasta perderse en el polvo de la tierra (Gn 3-19). Efectos de la muerte en relación con el alma; con la muerte del cuerpo, al alma se le termina su tiempo de prueba. Simplemente pasa el cuerpo a la tierra. Y el alma al destino que se haya labrado con sus obras.

La teoría de la reencarnación consiste en que la llamamos teoría no ciencia, ni tesis, ni conocimiento experimental; la teoría consiste en que el alma vuelve a encarnar y pasa de un cuerpo a otro, sean hombres, animales, plantas o hasta minerales. Tiene su origen en la India, del brahamanismo pasó al budismo y de ahí a Grecia, donde fue defendida por ciertos filósofos, entre ellos Platón y la heredaron los neoplatónicos. En el siglo XVIII empezó a propagarse en Occidente merced a los pésimos oficios de hechiceros y nigromantes y vino a incubar en el teosofismo.


Argumentos en contra.

Nada tiene que ver el más elemental sentido común con reencarnaciones aberrantes, confusas, ya que la filosofía prueba que ambos, cuerpo y alma, han sido creados por DIOS el uno para el otro, y a pesar de ser sustancias diferentes, se unen sustancialmente en un solo compuesto humano, sin que pierda ninguno de ellos su propia naturaleza. Reafirma la Teología que cada alma es creada para su propio cuerpo en el primer instante de la concepción, y que cada cuerpo es informado por esa alma. En la resurrección volverá a informar su propio cuerpo milagrosamente reintegrado, en su propia identidad.

Y si el alma es sustancia espiritual, creada con facultades espirituales para su propio cuerpo, único comunicador al exterior, cómo pueden concebir y enseñar estos confusos analfabetas, que un animal o una planta o un mineral sean posteriormente, informados por una sustancia completamente espiritual diferente, haciendo las veces de forma sustancial en materia prima de otro orden y evolucionar hasta lograr su purificación.

¿Porqué no le queda a nadie ni el menor recuerdo de sus anteriores existencias? Ninguna de estas preguntas podrán ser satisfactoriamente resueltas porque su teoría es una blasfemia sugerida por el padre de la mentira: el Diablo.

La verdad está en la Escritura revelada donde el espíritu Santo nos enseña por san Pablo: "Está establecido que el hombre muera una sola vez, e inmediatamente el juicio", (Hb IX-27). Al decir "una sola vez" excluye posteriores muertes y al poner sin intermediaciones el juicio, indica que ha terminado la única oportunidad y tras ese punto final no habrá otra.


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